RECORDANDO A NUESTRO PEQUEÑO COLOSO
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La Casa del Dolor Ajeno |
Un día como hoy hace dos años. El 1 de noviembre de 2009, asistí por última ocasión al que fue nuestra casa durante 26 años. El estadio Corona, que conocí en el año 1976, cuando el Club de Fútbol Laguna se mudó a este inmueble tras desalojar el mítico Parque San Isidro.
Aún recuerdo cómo se pasé de verlo como un inmueble inmenso, a un estadio relativamente pequeño. Pero, eso sí, siempre cálido, siempre futbolero, siempre atractivo para mí y siempre pesado para los equipos que nos visitaban.
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Guía Oficial del encuentro |
Ese último partido fue especial: lo recuerdo claramente. Los equipos protagonistas de la despedida, se brindaron para deleitarnos con un fútbol en el que ambos buscaron la victoria, deseando brindar un homenaje al mudo testigo de tantas batallas, triunfos, campeonatos; así como sinsabores, sufrimientos y más de una decepción.
Los goles también fueron dignos del acontecimiento: Pablo Barrera y su zapatazo magistral fue un digno preliminar de la anotación de Matías Vuoso.
Al final, la vuelta olímpica del plantel profesional del club; antes, de los antiguos jugadores del Torreón, del Laguna y del Santos: los tres planteles de Primera División que tuvieron como su casa al legendario Coronita.
El último de tantos días de fútbol |
Torreón, México. 2 de noviembre, 2009.

De momento, se me vino a la mente un extracto del libro "El futbol a sol y sombra" del escritor uruguayo Eduardo Galeano. En éste, transcribe una misiva que recibió de su amigo Osvaldo Soriano contándole lo siguiente:
Querido Eduardo:
José Sanfilippo |
"Pensar que acá se la clavé de sobrepique a Roma, en aquel partido contra Boca". Se cruza delante de una gorda que arrastra un carrito lleno de latas, bifes y verduras y dice: "Fué el gol más rápido de la historia".
Concentrado, como esperando un corner, me cuenta: "le dije al cinco, que debutaba: no bien empiece el partido, me mandás un pelotazo al área. No te calentés que no te voy a hacer quedar mal. Yo era mayor y el chico, Capdevilla se llamaba, se asustó, pensó: a ver si no cumplo". Y ahí nomás Sanfilippo me señala la pila de frascos de mayonesa y grita: "¡Acá la puso!". La gente nos mira, azorada. "La pelota me cayó atrás de los centrales, atropellé pero se me fue un poco hasta ahí, donde está el arroz, ¿vé?" -me señala el estante de abajo, y de golpe corre como un conejo a pesar del traje azul y los zapatos lustrados- "La dejé picar y ¡plum!". Tira el zurdazo. Todos nos damos vuelta para mirar hacia la caja, donde estaba el arco hace treinta y tantos años, y a todos nos parece que la pelota se mete arriba, justo donde están las pilas para radio y las hojitas de afeitar. Sanfilippo levanta los brazos para festejar. Los clientes y las cajeras se rompen las manos de tanto aplaudir. Casi me pongo a llorar. El Nene Sanfilippo había hecho de nuevo aquel gol de 1962, nada mas que para que yo pudiera verlo.
Una escena habitual |
Y es que, aunque los muros del estadio están siendo derrumbados, su espíritu ahí permanecerá, alimentado por los recuerdos que quedarán indelebles en nuestras mentes y en nuestros corazones. Las construcciones que de aquí en adelante se realicen en aquel lugar podrán ser modificadas o sustituidas una y otra vez; pero nuestros recuerdos ahí permanecerán, eternamente.

Hasta siempre, amigo ESTADIO CORONA.
TE LLEVARÉ CONMIGO... ¡¡¡SIEMPRE!!!
Homenaje al Corona
Agradezco tus comentarios y sugerencias.