Etiquetas

sábado, 16 de diciembre de 2023

Negocio o credibilidad, el dilema santista actual

 "Harold Preciado y Juan Brunetta no se van a negociar. A menos de que algún jugador quiera salir del equipo y pague lo estipulado en la cláusula de rescisión establecida en su contrato… en ese caso, no podemos hacer nada


Palabras más, palabras menos, es lo que nos han mencionado en los últimos días los jerarcas santistas. Tanto Alejandro Irarragorri, presidente del Consejo de Administración de Santos Laguna, como Dante Elizalde, presidente ejecutivo del club, al ser entrevistados han sido enfáticos en este punto. Lo anterior debería ser motivo de tranquilidad para el aficionado ante los rumores que se esparcen en el ciberespacio, que, carente de verificación, replica supuestos como si fueran hechos. Sin embargo, dados los antecedentes más recientes suscitados en el club, el aficionado no les cree. Cansado y resignado a que ninguno de sus jugadores en camino a convertirse en ídolo permanecerá en el club para llegar a serlo, el seguidor albiverde solamente aguarda con estoicismo el comunicado en el que se le de a conocer el destino de los jugadores que se han convertido en objeto del deseo de los equipos económicamente más poderosos del futbol mexicano.

El modelo de negocio de Santos Laguna ha dado resultado con creces. Adquiriendo jugadores con potencial a un precio módico, se logra que desarrollen su potencial en el club, elevando su valor de mercado para, posteriormente, ser vendidos a un precio mucho mayor al de compra. Asimismo, mediante el desarrollo de los jugadores canteranos. Con lo anterior, se tiene un equipo financieramente sustentable, que además es fuente de una gran cantidad de empleos directos o indirectos. Lo anterior es por demás plausible. Sin embargo, en este momento se tiene una crisis deportiva: solamente entre 2001 y 2007, una época aciaga de problemas fiscales y legales que tuvieron al club a punto de desaparecer, fue el lapso sin títulos más grande en la historia de los Guerreros desde 1996. De no obtenerse el campeonato en el próximo torneo Clausura 2024, se habrá superado este largo lapso, que solía fluctuar entre tres y cuatro años. Apostar a traer extranjeros con paso no exitoso en clubes europeos, sobrantes de los equipos gastalones a préstamo, es un albur. Solamente resta mantener la esperanza de que todos aquellos que llegan logren jugar a buen nivel. Que los astros queden alineados para aspirar a algo grande. Triunfos son amores, y es lo que la afición reclama. Es lo que ha tenido y, como sucede en todo club importante, es lo que exige. Y más en este año en el que se está celebrando el 40 aniversario del club, para el que, incluso, hasta se lanzó un logo alusivo.

Otro problema terrible y endémico en Santos Laguna es el de comunicación: fluye lentamente, utiliza lugares comunes y comunicados acartonados, un community manager aburridísimo, ignorante, carente de conocimiento de la historia del club, que él, y sólo él se cree simpático. Empatía es lo único que la afición le pide al club: empatía con sus valores, costumbres y tradiciones, así como los de esta región, que es muy distinta a aquella en la que se localiza el corporativo de Orlegi; pero al parecer no la hay y, como dijo don Teofilito: ni la habrá.

En esta ocasión, repito, la superioridad de Santos Laguna ha afirmado que los dos mejores jugadores de su plantilla actual NO serán negociados. Se espera que la palabra empeñada será cumplida. Que en caso de que alguno de ellos salga del club por la única causa posible mencionada, se comunique tal cual, con todas sus letras. Que se haga saber a la afición que el jugador quiso salir, y que pagó por ello.

En caso de resistir los bombazos que se menciona en la prensa que se recibirán, Santos Laguna dejará de percibir una importante suma de dinero, pero habrá recuperado mucha de la credibilidad perdida ante la afición. Caso contrario, su saldo en este rubro se habrá agotado… sin posibilidad de recarga.