Ney Blanco de Oliveira en la Corte del Rey.
HÉCTOR: Los filósofos han dicho que la circunstancia hace al hombre. En este caso ¿la circunstancia hizo al Rey?
NEY: Algunas circunstancias en la vida de cualquier hombre son definitivas. El Rey no es la excepción. considero que en la vida de "Pelé" se presentaron tres circunstancias fundamentales: la primera, a los 15 años cuando reveló por primera vez una personalidad, aliada a un carácter, perfectos para estar dentro de una cancha de fútbol, según lo que entienden aquellos que saben de este oficio. Ya para entonces "Lula" programaba que los segundos tiempos del interescuadras del primer equipo del Santos fuera contra el equipo de juveniles. Ahí estaba "Pelé".
En esta primera circunstancia que les platico aparece en escena Helvio Pecanha, titular y capitán del equipo, quien tenía las características que definen a los grandes zagueros. Helvio hacía sentir al delantero su carácter fuerte, con entradas violentas. Acostumbraba en los balones divididos romperlos con la punta del zapato iquierdo (era zurdo), elevando un poco más la pierna, y timbraba las espinillas de los contrarios. Cualquier delantero brasileño sabía que mi querido amigo Helvio, en los entrenamientos o en los partidos, era temible. Delantero que no estaba dispuesto a ese riesgo, mejor que se quedara en casa. Que lo diga el gran Baltazar, mundialista de 1950 y 1954.
Helvio Pecanha |
El primero en reaccionar fue "Lula": expulsó a "Pelé" del entrenamiento. Helvio, que para entonces se recuperaba de la sorpresa y del golpe, dirigió su mirada a "Lula" y salvó al futuro Rey con una frase para la historia:
- ¡Hey, Profesor! Déjelo porque este niño sí va a ser jugador de fútbol.
¿Presagio de Helvio? Sabrá Dios... Pero la verdad es que esa mañana, tomando en cuenta la fama de Helvio y su condición de capitán del Santos, "Pelé" ganó en una acción el respeto de todos.
HÉCTOR: ¿Qué hizo "Pelé" en ese momento? ¿Habló, dijo algo?
NEY: No. No dijo nada. Quedó quieto, a la espera de lo que pasara, con una sangre fría que impresionaba para su edad. A partir de ahí y durante toda su carrera fue el más grande defensor de sus piernas... y las de sus compañeros, porque no fue una, sino varias las ocasiones en que sacó la cara por algún compañero que era golpeado por los contrarios. Nunca atacaba primero. Era leal con el adversario que lo respetaba; pero al que insistentemente lo golpeaba le advertía con su voz ronca que se preocupara por el balón, no por sus piernas. Después del segundo aviso, los zagueros contrarios tenían que preocuparse porque aquellos que conocíamos al Rey sabíamos que la cosa iba en serio.
Ya hemos hablado un poco del portento físico-atlético de "Pelé". Era una de sus cualidades. Cazarlo en la cancha era difícil. El Rey ocupaba su poder físico para hacerse sentir frente a los defensas. Sus brazos eran como dos remos, cuya fuerza desequilibraba a los contrarios; buscaba el juego aéreo porque ahí ganaba siempre por décimas de segundo. Iba primero (recuérdese el primer gol contra Italia, en la final de 1970) y ganaba llegando un segundo antes.
Pero lo más impresionante -lo cual era comentado en la Corte- de "Pelé" era su frialdad y los conocimientos, tanto para crear nuevas jugadas, como para defender sus piernas. Podía fracturar a un contrario después del segundo aviso. Yo fui testigo de varias fracturas: una, del lateral de la selección alemana, en el Maracaná; otra, la de un zaguero del Herediano de Costa Rica; y una más del mexicano Mario Ochoa, del Atlante. Y muchos otros se salvaron.
Por eso, cuando se evalúa a un jugador de fútbol, aparte de analizar su técnica individual, su talento, su poder físico, etcétera, hay que buscar también los recursos extras. En esos análisis encontrábamos en el Rey la virtud de saber defender sus piernas él solo.
"Pelé" no pesaba sólo por su talento, sino también por su poder físico.
(Mañana: el Jabaquara no quiso a "Pelé" ni regalado).
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