Las lecciones que nos deja el año que concluye
Termina un difícil año 2020. Leo, escucho y veo a muchos maldiciendo a este año y dando gracias porque ya termina. Al contrario, yo bendigo a este año. Si. De ninguna manera estoy contento con la ola de contagios y decesos a causa de esta terrible enfermedad que nos ha aquejado durante los últimos meses, pero no comulgo con la idea de que fue este período el que nos trajo el virus hasta ahora mortal.
Bendigo a este año que se va, porque nos ha dado muchas lecciones que será necesario aprender lo suficiente y, de esa manera, evitar mayor número de desgracias en el futuro. Este año nos enseñó que hay muchas más maneras de llevar nuestra vida; nos enseñó a valorar pequeñas cosas que sentíamos como cotidianas y que eventualmente nos hicieron falta, como un abrazo o la convivencia con nuestros seres queridos; nos enseñó que podemos hacer las cosas sin dañar tanto a nuestro medio ambiente; nos enseñó que los pueblos a los que sus gobernantes hablaron con la verdad, tuvieron menos infectados y fallecidos que aquellos a quienes les dijeron demagógicamente lo que querían oír; como toda adversidad, nos enseñó la verdadera cara de los dirigentes y líderes locales y mundiales, desenmascarando a mentirosos y demagogos como en el país vecino que, afortunadamente, aprendió la lección; nos enseñó también que podemos estar comunicados de maneras alternativas no tan frías como un correo electrónico; nos enseñó a cuidar y valorar nuestros hogares, entre otras.
Este año nos enseñó lo débiles y, a la vez, lo fuertes que podemos ser; lo egoístas y lo solidarios que somos capaces de ser. Nos enseñó que somos capaces de adquirir nuevas habilidades en todos sentidos. Sin duda, hay muchas moralejas que nos ofrece este año al que despedimos. El año se va; las lecciones, conclusiones y nuevos propósitos quedarán con nosotros.
La Biblia comienza partiendo de la confusión inicial: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo” (Génesis 1, 1-2), y termina con una bendición: “Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!" (Apocalipsis 22, 21). Asimismo, mi deseo es que este año, que con la pandemia que padecemos comenzó siendo un caos, termine significando para todos y cada uno de nosotros una bendición acompañada de la esperanza de vivir en un mundo mejor al que recibimos.
Lejos de culpar al año 2020 de las desgracias que padeció la humanidad, que son responsabilidad de quienes ya sabemos, agradezcamos las lecciones que nos dejó, y pidamos a Dios que nos abra el entendimiento para hacer del 2021 un año mejor al que estamos despidiendo.
Que la paz, la salud, el amor y la prosperidad estén presentes en ustedes y en sus hogares.
Enrique Macías M.
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