Ayer, quienes presenciamos el festejo efectuado en la Plaza México, dentro de la enésima decepción que nos produce el buen Morante de la Puebla, nos quedó el buen sabor de boca que nos produjo la actuación con la que el diestro hidrocálido Joselito Adame se consolidó como el nuevo As de la baraja taurina mexicana.
En un cartel que inició con gran expectación y que, ante el mal juego de los astados de Villa Carmela, las ilusiones del respetable parecían desaparecer, sobre todo después de que los alternantes uno no quiso (Morante) y el otro nomás no pudo (El Pana); fue cuando salió el primer toro de reserva, de la ganadería de Montecristo, con el que Adame bordó el toreo para rescatar una tarde que pintaba para decepcionante. Faena llena de valentía con pinceladas artísticas, coronada con una magistral ejecución de la suerte suprema, dos orejas ganadas a toda ley. Con el segundo toro de su lote estuvo voluntarioso, y de no haber pinchado, los trofeos en su haber serían más. Como sea: su notable actuación le valió la salida a hombros de la plaza más grande del mundo.
Entre la oscuridad del túnel en el que actualmente divaga la Fiesta Brava, en la que las triquiñuelas de matadores, empresarios, apoderados y ganaderos se han encargado de alejar a la afición de los tendidos, emergen algunos matadores que intentan sacar a la luz a la más bella de todas las fiestas: Arturo Saldívar, Diego Silveti, Octavio García "El Payo"; sobresaliendo un torerísimo pero falto de oportunidades Fermín Rivera, y el recién consagrado Joselito Adame, quien ya ha saboreado las mieles del triunfo tanto en la Plaza México como en la Plaza de Las Ventas en Madrid.
Los aficionados estamos ávidos de que surjan nuevas figuras del toreo: populares, artistas y mandones. En la actualidad tenemos a un José Tomás que se digna bajar del Olimpo una o dos ocasiones en el año, un Juli que igual lidia ganado de verdad que novillitos disfrazados de toros, un Morante que a mi parecer es medio torero - sólo es artista sin ser bregador cuando el ganado así lo requiere - y un Zotoluco que ya no emociona como antaño.
Los matadores emergentes tienen condiciones de convertirse en figuras, siendo Joselito quien aventaja en el camino, para lograrlo deberán desarrollar su propio estilo y proyectarlo hacia los tendidos. De esta manera podremos tener una variada baraja taurina como en aquellos años en los que Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera, Mariano Ramos y Antonio Lomelín provocaban pasiones, creaban rivalidades y emocionaban a la afición.
Ayer, Joselito Adame fue una bocanada de oxígeno para una convaleciente Fiesta Brava. Esperemos que lleguen más para que se recupere la salud de nuestra querida tauromaquia.
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