9 de diciembre de 1980
Día martes. Un día cualquiera. Era yo un niño que cursaba tercer año de primaria. Terminando clases, regresé a casa en el camión de la escuela. Hora de la comida. Mi padre llegó como siempre del trabajo a comer, descansar y volver por la tarde. Normalmente, en dicho trayecto oficina - casa, hacía una breve escala junto a un puesto de periódicos ubicado en la banqueta de la acera sur de la Avenida Juárez, allá por el rumbo del Hospital Universitario. Don Pedro Rojas, quien atendía dicho puesto, al advertir que mi padre acercaba su vehículo, se alistaba para posteriormente entregarle su ejemplar del diario "Esto", doblado como antaño se acostumbraba.
Los diarios eran doblados hábilmente por voceadores y repartidores |
Creo conveniente contar que, en aquellos tiempos, en la Comarca Lagunera, los medios para enterarnos de lo sucedido en el mundo era por medio de la prensa tradicional: la escrita (periódicos y revistas), radio y televisión. Internet aún no se vislumbraba en el horizonte. Los diarios de primera mano, que circulaban desde temprano, eran los locales: El Siglo de Torreón, La Opinión (ahora llamado "Milenio") y Noticias - Diario de La Laguna (Ahora llamado "Noticias de El Sol de La Laguna") eran los de mayor circulación. Los diarios procedentes del Distrito Federal (hoy "Ciudad de México") arribaban en el vuelo de media mañana. Un distribuidor recogía la remesa y la llevaba a su local, ubicado en el centro de Torreón, a donde acudían los expendedores por los ejemplares que habrían de distribuir: "Excélsior" y "Esto" eran los más solicitados, aunque también circulaban "Ovaciones", "Novedades" y otros más; además de "El Norte", procedente de la ciudad de Monterrey. También en aquella distribuidora, los expendedores se surtían de un sinnúmero de revistas: especializadas, de entretenimiento, científicas y hasta las más socorridas como el "Libro Vaquero", "Libro Pasional" "Lágrimas, Risas... y Amor" (mejor conocido como "Lágrimas y Risas") y los cuentos (ahora llamados "comics") como "Archi", "Pato Donald", "Condorito", "Las Aventuras de Capulina", "Periquita", "La Pequeña Lulú" y demás que normalmente podíamos leer en las salas de espera de consultorios, peluquerías, en las bolerías de zapatos ubicadas en las plazas, entre otros. "Si gusta ahí hay lectura" ofrecía la señora que atendía y cobraba en la peluquería "Sosa", ubicada en la esquina de Corregidora y Comonfort, a los clientes que esperaban su turno de ser atendidos, mientras señalaba la gran cantidad de periódicos y revistas colocadas sobre una mesita.
Pues bien, mi padre debió estar atiborrado de trabajo ese día. No acostumbraba ver los noticieros por la noche. Mientras cenaba, sintonizaba el canal 4 local, que a esa hora repetía la programación del canal 5 capitalino. Seguramente ese lunes vimos "El Hombre Nuclear", y el martes 9 salió corriendo a impartir su clase a las 7 de la mañana sin siquiera alcanzar a hojear el diario matutino local, para después acudir a su oficina a desahogar sus pendientes.
Volviendo a lo que contaba al inicio de esta historia, nos sentamos a la mesa. Mientras esperábamos a que sirvieran la comida, mi padre desplegó su ejemplar del "Esto". Cada quincena, mi padre abonaba por adelantado el costo de los ejemplares de dicho diario. Me gustaba hojearlo ya que ahí me enteraba de lo sucedido en el futbol nacional e internacional, que no era abordado con tanta profundidad en los diarios locales. La portada generalmente daba cuenta de resultados de partidos, despidos o contrataciones de directores técnicos, resultados de Juegos Olímpicos, beisbol, etc. En las páginas centrales contenía una sección de espectáculos. Pues bien, aquel 9 de diciembre de 1980, al desplegarlo, descubrió que la nota no era deportiva, sino que daba cuenta del asesinato de John Lennon.
Me llamó la atención el nombre. Me asomé y observé la portada, y el nombre del genio se me quedó grabado. En el mismo encabezado leí que había sido asesinado por un fanático desequilibrado llamado Mark David Chapman.
Aquel invierno fue frío. Por la tarde nos dejaban en casa. Mi entretenimiento era poner música en el tocadiscos o "tornamesa", que es una traducción mal hecha, a mi gusto, de "turntable", su nombre en inglés. Los discos que tenía a la mano eran de Ray Conniff, Mocedades, Carlos Lico y una colección instrumental que compraron mis padres al "Selecciones". Para un niño, lo que hay es bueno. Dias más adelante, esculcando, como cualquier niño socarrón de la época, encontré una portada que se me hizo curiosa, un baúl abierto y volteado, con cuatro chamacos ahí junto. El título: "The Beatles Yesterday And Today".
Como en todo, había quienes me contaban la historia de la separación de The Beatles culpando a Paul McCartney, aunque la mayoría de ellos señalaban como causa principal el que Lennon involucrara a su nueva esposa, Yoko Ono, en las decisiones de la banda. Sin duda, otra historia con final triste, o trágico, como sucede cuando se mezclan cuestiones afectivas con cuestiones ya sea deportivas, musicales, financieras. Esta última versión es con la que me quedo: tras el lanzamiento del álbum "Let It Be... Naked", apreciamos el auténtico sonido de la banda, sin la melosidad de los coritos y música de violines agregados por Phil Spector, a quien los integrantes de la banda eligieron como productor del "Let It Be" originalmente lanzado, en lugar de su productor de cabecera George Martin, mayoriteando a Sir Paul, gracias a la intromisión de la japonesa, a quien incluso Lennon le huyó durante algún tiempo, tras la separación del grupo*.
La música de The Beatles trasciende épocas y fronteras: mi hermano menor, no obstante haber nacido en los años 80s, y que creció escuchando a infinidad de bandas ahora consagradas, se declara también beatlemaniaco. Ambos escuchamos música de muchísimas bandas más. En lo personal escucho a U2, Bon Jovi, Cranberries, REM, Chicago, The Outfield, Bee-Gees, Asia, Billy Joel, Del Leppard, The Killers, entre muchas otras. Ahora, con la facilidad que nos da la red, así como las aplicaciones de música en línea, continuamos mi hermano y yo coleccionando versiones y covers de las canciones del Cuarteto de Liverpool.
Aún y cuando, de la música lanzada por los cuatro integrantes de la banda en solitario, la de Lennon es la que menos escucho, estoy convencido de lo trascendente que fue su legado musical, mismo que, de no haber sido por Yoko Ono y Mark David Chapman, hubiera sido aún más grande.
Ahora, continúo escuchando en mi nuevo tocadiscos, una consola llamada certeramente "Nostalgia", aquellos viejos discos de The Beatles, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y más. De vez en cuando se me escapa una sonrisilla burlona cuando pienso en que, si el ignoto dependiente de Gonher supiera lo que ahora valen aquellos "discos viejitos", seguro sufriría un supiritaco, cuando menos.
* Fuente: "Cuando Lennon fue malo y libre"
https://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/17/cultura/1371483328.html
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