Resumen de un draft como cualquier otro
Miércoles 7 de junio de 2016, día
en el que se celebró el famoso régimen de transferencias del futbol mexicano;
día en el que los jugadores se vuelven mercancías que se ofrecen – algunos –
al mejor postor algunos, otros se colocan
en el aparador en busca de un incauto que los compre, otros más se anotan en el
catálogo de ofertas de liquidación cual venta de cochera.
Si bien en estas fechas hay
muchísima información futbolera qué consumir; como lo es lo que está sucediendo
en la Copa América Centenario, o acerca de la Euro 2016 que está por iniciar;
lo cierto es que el fanático mexicano se encuentra en busca de información,
datos o simplemente promesas acerca de cómo se reforzará “su” equipo de cara al
campeonato venidero. Aprovechando lo anterior, la prensa baratera aprovecha
para llenar sus espacios con especulaciones, trascendidos o simples rumores al
respecto. Si revisamos cada uno de estos medios, y comparamos los rumores que esparcieron
respecto a fichajes o intercambios contra los movimientos que realmente se
llevaron a cabo, se mostraría que su porcentaje de efectividad sería más
paupérrimo que el de un noveno bat de equipo sotanero en cualquier liga
beisbolera.
Como siempre, la atención de la
prensa capitalina, que se ostenta como “nacional”, se centra en las
expectativas de los tres equipos de aquella ciudad; además del popularísimo
Guadalajara; equipos que concentran al 68% del total de seguidores que viven en
nuestro México; seguidores que alimentan el mito de que la totalidad de los
jugadores que actúan en nuestro país anhelan jugar en alguno de estos equipos,
proclamados por la prensa chilanga como “los grandes”, aunque los resultados recientes
no respalden dicha afirmación. Por otro lado, la prensa regiomontana también se
encarga de esparcir rumores acerca de posibles fichajes de sus millonarias
escuadras. Por cierto, continúa siendo un misterio el algoritmo para determinar
los porcentajes de posibilidad de transferencia de jugadores que tanto se
maneja por aquellas tierras; es divertidísimo escuchar cómo, con la misma seguridad
con la que las chicas que informan el pronóstico climatológico mencionan el
porcentaje de probabilidad de lluvia, los merolicos deportivos regiomontanos
mencionan que, en este momento, se tiene un sesenta por ciento de posibilidades
de que el goleador del futbol argentino sea el nuevo refuerzo de uno de los
equipos que juegan al pie del Cerro de la Silla. Una de dos: o el algoritmo es
alimentado por variables chafísimas, o dichos porcentajes dependen del tamaño
del chayote que los promotores interesados depositan.
Y, mientras tanto en la Comarca
Lagunera, la prensa local, en su mayoría presa de sus complejos y
resentimientos, pondera uno que otro rumor respecto a Santos Laguna a
conveniencia. Fuentes históricamente confiables como Gustavo Mendoza o Alberto
Ruiz, quienes cuando se atreven a divulgar información relativa a altas o bajas
de Santos Laguna es porque tienen “los pelos de la burra en la mano”,
adelantaban los fichajes de los colombianos Andrés Murillo y Freddy Hinestroza,
además del uruguayo Jonathan Rodríguez. Mientras, otros medios se encargaban de
sembrar temor entre la fanaticada santista en base a rumores sobre supuestas
salidas de jugadores como Jesús Molina o hasta el mismo arquero Agustín
Marchesín.
Comienza el régimen de
transferencias y los rumores por parte de algunos comunicadores quienes, con
una seguridad tal como si estuvieran dentro del bunker en el que se lleva a
cabo el mercado de piernas reportan
posibles movimientos, mismos que usualmente no llegan a concretarse. Sin embargo,
estos merolicos lograron su cometido: tener al público cautivo durante horas.
Pasando mediodía, uno de ellos
suelta un rumor que retumba tanto en la Comarca Lagunera como en la Sultana:
anuncia que se cocina un intercambio en el que el arquero santista Agustín
Marchesín iría a Monterrey, a cambio del colombiano Dorlan Pabón. En Monterrey
el rumor provoca ilusiones: tras la pléyade llegada al conjunto rayado, el
moreno ya no es la joya de mayor
quilataje en aquel club; así que ven de buena manera la supuesta llegada el
mejor arquero del futbol mexicano. En La Laguna, mientras la mayoría de los
aficionados albiverdes que se enteran de tamaño borrego suelto, se indignan –
incluso en la cuenta de Instagram del
arquero argentino aparecen comentarios en tono de reclamo –. Por otro lado, un
pequeño número de comunicadores, queriendo parecer intelectuales y/o polémicos,
incluso publican líneas a manera de “reflexiones” ponderando que Santos Laguna
saldría ganando con dicho cambio. Finalmente Fernando Schwartz, periodista que
suele estar bien informado, confiesa que cayó en el garlito y, erróneamente,
alimentó semejante patraña al difundirla. Afortunadamente, un gran número de
aficionados laguneros, conocedores del teje y maneje de estos días, tomaron
dicho rumor como una broma propia de estos días del erróneamente llamado draft.
Finalmente, la nota anunciado por
los señores Alberto Ruiz y Gustavo Mendoza – y después, irresponsable y
antiéticamente fusilada por algunos pobres diablos – se hizo realidad: Santos
Laguna anunció la contratación de los colombianos Murillo e Hinestroza,
quedando pendiente la confirmación de la nota acerca del charrúa Jonathan
Rodríguez, a quien podrán contratar en días posteriores; la renovación del
préstamo de Kristian Álvarez era algo que se veía venir; se confirmó la
transferencia de Adrián Aldrete a Cruz Azul; otras salidas que se daban por
hechas por simple lógica, se confirman: Rentería sale a Querétaro y Néstor
Calderón, a Guadalajara. Finalmente, en trueque de última hora que ni los
mismísimos mayas supieron predecir, la directiva lagunera obtiene al argentino Emiliano
Armenteros y al juvenil David Andrade, a cambio de los delanteros Javier Chuletita Orozco y Luis Ángel Quik Mendoza; seguramente en la
papelería irá la advertencia de que ambos jugadores recién adquiridos por la
escuadra lacandona llegan con la mira ligeramente chueca. Transacciones de club
a club, con cero comisiones para los intermediarios, quienes desde ya,
intentarán sembrar pesimismo entre la afición lagunera.
Al final del día, pocos cambios:
un número muy inferior al que se espera. Sin contrataciones bomba, sin grandes desembolsos
económicos. Los ganadores fueron los medios de comunicación, quienes como
siempre, llenaron sus espacios en base a rumores… como cada semestre. Y los
fanáticos, como cada semestre se ilusionaron, consumieron y, finalmente, se
decepcionaron.
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