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miércoles, 26 de febrero de 2014

El Temple: por Gregorio Corrochano

El Temple.

Excelente trabajo han estado realizando los autores del blog "De Sol y Sombra" al rescatar algunos textos del legendario cronista y comentarista taurino Gregorio Corrochano.

A continuación uno de ellos en el que define de una manera pedagógica el término "temple", que es una cualidad que, al adquirirse, convierte al torero común en figura del toreo. Este texto fue publicado en el diario español "ABC" el día 6 de julio de 1954. Los textor resaltados y notas al pie son realizadas por parte de un servidor.



Gregorio Corrochano
El temple pone de acuerdo al movimiento del toro que embiste y el movimiento del hombre que torea.
Se templa el instinto con el instinto; para torear hace falta temple. Temple en capote y muleta que se lleva al toro; temple en el brazo que torea; temple en el hombre que torea con el brazo; para torear hace falta ser muy templador. Acaso el temple no esté bien definido y pueda confundirse con la lentitud.
El temple depende del toro, como todo lo que se hace en el toreo. Si no van de acuerdo el movimiento del toro y la mano del torero, no hay temple, aunque haya lentitud.  
Para torear hay que citar en su sitio- la codicia con la distancia, y acompasar el movimiento –acompañar- a la bravura y a los pies del toro, conservando las distancia para que no enganche. Ni con más rapidez ni con más lentitud: con temple.1
Que una vez podrá parecer rápido si es rápido el toro; y otra vez parecerá lento si el toro es lento, sin codicia, sin poder y sin ganas de pelea. Esto es el temple en el toreo.
El toreo tiene una finalidad y no nos cansaremos de repetirlo: dominar al toro, y al toro no se le domina nada más que cuando la muleta tiene el mando de la mano del torero. Con la muleta bien mandada se torea tan limpiamente que el toro va por donde quiere el torero. (Hago excepción del toro de sentido, que modifica la arrancada y sorprende. Pero si se ha visto el toro, debe estar prevenido y no hay excepción).
Esos toros que después de muchos pases, algunos muy aplaudidos, llegan “crudos” al momento de la estocada, sin dominar, son los toros que no se han toreado bien, que no se les ha hecho faena, a pesar de los muchos pases, porque el matador, más atento a buscar oportunidad a la monserga de su invención, ha descuidado todas las normas del toreo y ni ha mandado, ni ha templado, ni ha ligado; con lo que queda dicho que no ha toreado.
Advierto que no rechazo los adornos, la gracia espontánea de los adornos, con que se resuelve un movimiento inesperado del toro, porque esto es adorno de visión torera, recursos de buen gusto. Lo que rechazo es el adorno reiterado, insistente, porfiador, premeditado, como base y norma del toreo, que ya deja de ser adorno para ser un estilo de dudoso gusto.2
Ya tenemos al toro igualado en el sitio donde “tiene la muerte”. Ahora me doy cuenta de que como he puesto mi afición al día, tengo el estoque de madera. Voy a por el otro. Hagan ustedes y el toro el favor de esperar. No voy nada más que hasta la barrera. Vuelvo enseguida.
Gregorio Corrochano.
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1. Esta definición de temple concuerda con la legendaria frase del comentarista taurino mexicano Pepe Ventura Chávez; quien definía la acción de templar: "Templar no es torear despacio, sino al son de Su Majestad, EL TORO".
2. Muy importante definición: primero se domina al toro y, una vez cumplida la misión principal, se puede dar paso al lucimiento y a las filigranas. Quien no lo hace, es medio torero. Quien sólo busca torear astados a modo para poder lucirse, es un torero incompleto, por muy artista que sea.

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