RECUERDOS DE LA TRIBUNA
Tras una tolvanera que causó la caída de una parte del techo que cubría la parte de sombra del antiguo estadio Corona, los dueños del Club Santos Laguna decidieron retirar en su totalidad las láminas que conformaban el techo en cuestión. Lo anterior con el fin de evitar nuevas caídas que pudieran ocasionar tragedias posteriores. Cabe mencionar que la anteriormente mencionada tolvanera ocurrió en un domingo por la tarde en el transcurso de la temporada 1988-89, con la buena suerte para los aficionados de que, en aquella semana, le tocó jugar de visitante al Santos Laguna; caso contrario, tal vez, en el peor de los casos, no la estaría contando, ya que dichas láminas cayeron sobre la zona en la que solía sentarme en aquellos tiempos.
Al quedar las tribunas del estadio totalmente carentes de techo se decidió que, para la Temporada 1989-90, se cambiara el horario de los partidos para los días sábado a las 19:00 hrs., y que se rezonificaran las tribunas generales del estadio de la siguiente manera: las dos zonas antes conocidas como “Sombra General” (norte y sur) ahora se llamarían “Zona ‘A’ ”, con un costo de 20 mil pesos por boleto –precios en antiguos pesos, anteriores a la quita de tres ceros a nuestra moneda–; la zona de Sol General se dividió en “Zona ‘B’”, en la parte adyacente a la banda oriente, con un costo de 15 mil pesos por boleto; y “Zona ‘C’”, detrás de las líneas de meta, con un costo de 7 mil pesos. Al comparar costos, mis amigos y yo decidimos ahora asistir a la tribuna de la Zona “B”, mejor conocida por la raza como “sol enmedio”. Total, decíamos, no va a pegar el sol a esa hora, habrá más ambiente y nos ahorramos 5 mil varitos, mismos que se traducían en varias cheves.
El horario sabatino duró poco: tras la llegada del Profe Matturano a la dirección técnica de los Guerreros, uno de los cambios por él solicitados fue el regreso al horario tradicional de domingo a las 4 de la tarde, con la finalidad de aprovechar el calor de La Laguna como una ventaja para el cuadro local.
En uno de los pocos partidos sabatinos referidos, que por cierto resultó muy aburrido –realmente no recuerdo el rival, aunque todo indica que fue en el partido ante la Universidad Autónoma de Tamaulipas–, estando el cielo ya oscuro surgió de repente un grito desde la tribuna que en aquel momento se llamaba “Zona ‘A’”:
—CHINGUEN A SU MADRE LOS DE SOL…
De la tribuna anteriormente cálida se escuchó una expedita respuesta:
—¿CUÁL SOL? ¡PENDEJO!
Unos instantes después, llegó una genial contrarréplica:
—BUENO: ¡CHINGUEN A SU MADRE LOS DE LUNA LLENA!
La ocurrencia fue premiada con carcajadas generalizadas, tanto por parte tanto de sus vecinos de tribuna, como de aquellos que fuimos remitidos a fastidiar a nuestras respectivas progenitoras. Al no surgir el ingenio por parte de jugador alguno, tuvo que surgir éste de la tribuna.
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