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viernes, 26 de abril de 2013

De tácticas goebbelianas y “Televizombies”

En estos últimos días he presenciado algunos fenómenos que me parece interesante resaltar. Lo haré en dos entregas: va la primera.
 
En esta ocasión dejaré de lado el tema de los villamelones que han tenido a mal invadir el estadio Corona para utilizarlo como cafecito, cantina, antro u otros usos menos como lo que realmente es; en esta ocasión ellos no son el objeto de estas reflexiones. Los villamelones del Corona cuando menos van a ver al equipo de su localidad y posiblemente algunos de ellos aprenderán de futbol y llegarán a convertirse en aficionados (Amén).
 
El pasado fin de semana tuve que viajar a una ciudad en la que no se cuenta con equipo de futbol profesional – en realidad sí se tienen equipos en divisiones inferiores cuyos nombres la mayoría de la población de aquellos lares desconoce – por lo que los habitantes de allá son, en su mayoría, seguidores del equipo de la televisión – Ustedes: lectores, saben a cuál me refiero - .
 
Al llegar, mi anfitrión me ofrece amablemente el control remoto de su televisor. Al ver que el reloj marca las 17:00 hrs., sintonizo el partido interesante de la jornada sabatina: aquel en el que puede decidirse el tema de la permanencia en la máxima categoría de nuestro balompié. Disfruto de un partido intenso, de magra calidad futbolística pero intenso, como se deben jugar los partidos en los que la vida está de por medio. Llama la atención que el estadio Corregidora se encuentra a la mitad de su capacidad. Por un lado pienso que habla mal de la afición queretana el alejarse de su cancha en estos momentos de apremio, pero recordando a quienes llenan el Corona pienso que es mejor que vayan pocos espectadores pero fieles a que el estadio se llene de neófitos. Quizá de esa manera la cancha queretana pesó más.
 
Posteriormente nos trasladamos a una reunión en la que la cartelera televisiva es la esperada durante varios días por aquellos que siguen fervientemente los dictados de la televisora que norma el pensamiento de una gran cantidad de connacionales: un clásico añejo del futbol mexicano, posteriormente otro partido que dicha televisora ha convertido por sus pistolas en clásico; ambos eventos agendados estratégicamente de manera de que sirvan como teloneros del plato fuerte que el Imperio tiene preparado para el fin de semana: anuncian como algo similar a la pelea del siglo la primera pelea que el boxeador exclusivo, el infladísimo “Canelo” Álvarez, sostiene ante un rival que le presentará cierto grado de dificultad. Personalmente desearía haber sintonizado la pelea de Cristian Mijares, pero al percibir el ánimo exasperado de la concurrencia por ver a su nuevo ídolo opto por la prudencia. Durante la previa futbolera percibo el funcionamiento de la máquina hipnotizante de la televisora que sistemáticamente inocula en el noble – demasiado noble – público mexicano el surgimiento de la próxima figura del pugilismo: lapsos cortos en los que el partido transmitido pasa a segundo plano para anunciar en tiempo real todos y cada uno de los movimientos de un boxeador que aun no deja de ser promesa, pero que es urgente que funja como ídolo de el público al que yo le llamo Televizombie. No importa que la lógica marque que un boxeador requiera primeramente ser campeón y posteriormente convertirse en ídolo, para el Imperio el orden de los factores no altera el producto. Saúl tiene cualidades, mas se encuentra inflado. Pero eso no importa: la televisora ha llegado a colocar a grupos como “Magneto”, “Mercurio” o “Fresas con Crema” como ídolos de las multitudes. Así como es capaz de vendernos detergentes, galletas y productos con “pilón”; también es capaz de vender formas de pensar, cantantitos, actorcetes, equipos de futbol y ahora, boxeadores.
 
Al día siguiente escucho conversaciones en las que se cuenta que algunas personas incluso cerraron antes sus negocios para poderse ir a ver la tan anunciada pelea. También se notaba cierta euforia porque el equipo de la casa, de la casa televisora, había triunfado en un partido cuyo apelativo de “clásico” suena igual de siliconeado que el apelativo de ídolo que ya le atribuyen al flamante campeón mundial superwelter.
 
Noche redonda para el magnate de las comunicaciones: las tácticas goebbelianas han funcionado una vez más. El ejército de televizombies ha respondido y los ha hecho ganar una nueva batalla.
 
Y si una semana antes me sentía incómodo en mi Territorio Guerrero entre tanto villamelón, aquellos días obtuve cierto consuelo. Y es que los villamelones pueden tener remedio. Los televizombies parecen caso perdido.

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