Finalizó el que en todos aspectos ha sido el peor torneo de Santos Laguna en su historia. Me atrevo a decir que, incluso peor que aquel torneo largo 1990-91 en el que se alcanzó la salvación del descenso en el último partido. En esta ocasión, el colchón que se tiene al momento en la tabla de cocientes, así como la suspensión del descenso, le quitan una pizca de dramatismo a lo que acaba de suceder.
Durante el transcurrir del torneo se encendieron las alarmas en el alto mando de la institución propietaria del club, que realizó una revisión de la situación en la cabeza de la institución –si las cosas van mal en la cancha, es reflejo de que las cosas se están haciendo mal en la oficina, suele mencionar Alejandro Irarragorri–. Ya hubo movimientos en la oficina, mismos que es imposible se reflejen en la cancha de la noche a la mañana.
El movimiento más importante se dio ayer, cuando Ignacio Ambriz comprendió que los experimentos tácticos surgidos de su cabeza no fructificarán en Santos Laguna, como no lo hicieron en el Huesca de la segunda división española, ni en Toluca. Y que, si nos remontamos a los equipos dirigidos antes de León –San Luis, Guadalajara, Querétaro, América y Necaxa–, tampoco fueron exitosos, por lo que decidió hacerse a un lado.
Así como para los altos mandos de Santos Laguna esta situación es una gran oportunidad para realizar de profundas reflexiones previas a las acciones a realizar, para la afición es una magnífica oportunidad para analizar el accionar del equipo y realizar nuestras críticas enfocados en lo sucedido en la cancha. Es obvio que Ignacio Ambriz resultó ser un espejismo. “Estoy arriesgando mi prestigio” mencionó en una ocasión este entrenador que, desde el pandémico torneo Apertura 2020, cuando dirigió a un León con el que se le alinearon los astros, no ha conseguido nada importante, por lo que ese estatus resulta altamente cuestionable.
En nombre de ese auto otorgado “prestigio”, Nacho se sintió inventor de un estilo de juego sumamente riesgoso y cuestionable, una vez que logró algunos buenos resultados tras llegar a Santos Laguna. En el torneo anterior, tras su llegada se sufrió una derrota contundente en C.U. y, posteriormente, otra más por la mínima diferencia que resultó de un tiro penal en contra, provocado por un error de su defensa. Siguieron tres victorias al hilo –Mazatlán FC, Querétaro y Cruz Azul–, en base a una táctica pragmática. Una vez logrado lo anterior, afloró el ego e intentó implementar su sistema, el cual nunca supimos a ciencia cierta de qué se trataba, en parte porque nunca tuvo la decencia de describirlo, y porque ningún reportero que asiste a las conferencias pospartido tuvo el sentido común de preguntárselo. Con eso de que vende más el “¿has pensado renunciar?” que el “¿qué pretendiste con los movimientos tácticos?”, y que, además, al ingresar el reportero al terreno de lo táctico-estratégico quedaría a merced del timonel, para ser engullido ya sea en salsa verde, roja, mole, pepitoria, al mojo de ajo o lo que le maride. ¿Resultado de la implementación de su “sistema”? Dos empates –Tijuana y América– y cuatro derrotas, tres de ellas consecutivas y sin gol a favor.
Se planeó el actual torneo, se realizó una larguísima pretemporada para obtener los mismos resultados, por la terquedad de implementar su “sistema”, consistente en intentar atravesar los 105 metros que mide el largo de la cancha en base a toques cortos de balón, buscando al compañero que se encuentra de espaldas al arco contrario entre dos o más jugadores rivales, quien a su vez dividía enviando pases laterales fácilmente interceptables por el contrario, para que éste iniciara su ataque cerca del arco santista. Durante el torneo usé la siguiente analogía: si se jugara futbol americano, Nacho jugaría siempre con corrida por el centro, o pases pantalla a receptores ubicados entre la línea de golpeo y los linebackers, así estuviera en cuarta oportunidad con veinte yardas por avanzar, en su propia yarda cinco. Era cuestión de ver desde la tribuna –en la televisión era apreciable en tomas cercanas– el semblante de los jugadores cuando debían poner el balón en circulación mediante saque de meta: toque lateral del portero a un defensa, quien a su vez, debía pasar el esférico a un compañero ubicado a tres metros, bajo el asedio de la delantera rival, que se daba lujo de adelantar líneas para facilitar la recuperación, ya que parecía que el once verdiblanco tenía prohibido ejercer la opción de brincar líneas. Esquema tramposo y ventajoso de Ambriz quien, si le llegara a funcionar, se llevaría el crédito; caso contrario, que fue lo que sucedió, se culparía a los incomodados jugadores.
Surgiendo la urgencia de puntos, Nacho optó por claudicar en el segundo tiempo ante Necaxa, ingresando a delanteros de la cantera, liberándolos de jugar “como a él le gusta”, dando como resultado una épica remontada. ¿El mérito del DT? Comprender que, como decía mi abuelita, mucho ayuda quien no estorba. Vuelta a las andadas ante Monterrey para que, sabiendo que arriesgar el balón ante Toluca sería fatídico, volviera el pragmatismo. Aquí la prueba: abandonando el “sistema” de Nacho, este infravalorado y vilipendiado plantel fue capaz de vencer y dejar en cero al mismo Toluca que el pasado sábado goleó y bailó al bicampeón América.
Después, vuelta a la querencia. Tras un buen primer tiempo, sin el juego de toquecitos que “le gusta” al hasta ayer DT, la escuadra Albiverde se fue al entretiempo en ventaja. En la parte complementaria, vuelta al sistemita, para ser superados de manera hasta ridícula, mientras Nacho no atinaba más que a esbozar una sonrisa con dosis exageradas de socarronería. El resto del torneo fue lo mismo. Finalmente, pensando ya en tirar el arpa, cedió y, durante el segundo tiempo del partido ante Guadalajara dejó que los canteranos hicieran lo suyo, generando en esos treinta minutos más futbol que en todos los partidos anteriores, pese a la derrota. En Querétaro, goles en contra circunstanciales, a excepción del último, dedicado al hasta ayer director técnico, al jugar el arquero Acevedo el balón como insistentemente se le instruyó desde el banquillo.
Los párrafos anteriores son el sustento para afirmar que la causa raíz del mal funcionamiento del club estuvo en la dirección técnica, que afortunadamente decidió separarse. Estoy seguro de que, con el actual plantel, un director técnico con menos nombre, pero con hambre de triunfo y pragmatismo –un bombero, si así lo quiere usted llamar– hubiera logrado mejores resultados.
Las malas experiencias en la selección del timonel deberán ser asimiladas por los ejecutivos del club. El consejo del futbol deberá sellar sus oídos y atar al joven Aleco al mástil de la sensatez como lo hicieron Odiseo y su tripulación, ya que el canto de las sirenas –promotores y clickbaiters– ejercerá sonido envolvente durante este viaje.
En mi opinión, el próximo director técnico de Santos Laguna deberá ser alguien con hambre y sed de triunfo, que maneje un sistema de juego similar al que manejan los equipos de las fuerzas inferiores a fin de adaptar sus esquemas tácticos a las condiciones de su plantel, que sepa manejar su mano izquierda en el vestidor sin perder la autoridad y sobre todo, que transmita el ADN Guerrero que el aficionado desea, gusta y añora. Para lo anterior, se le deberá dotar de los jugadores de refuerzo necesarios.
No hay margen de error para el próximo torneo. El 40 aniversario fue el fin de lustro más amargo en la historia del club. Se debe y se puede retornar a los puestos de protagonismo. Irarragorri Sr. lo sabe hacer. Es cuestión de que en este mes de planeación piense verde. Ya después podrá volver a los tonos rojos si así lo desea.