Querido Santos Laguna:
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Rafa Figueroa. Arquetipo Guerrero |
Te escribo hoy, todavía con residuos de adrenalina en mi organismo, adrenalina a la que ambos estamos acostumbrados, sustancia sin la cual nuestra existencia sería insulsa, insípida, o ya estaría agotada desde hace muchos años; como ha sucedido con otros equipos de los que casi nadie se acuerda.
Quizá otros te hayan llamado, escrito o invocado para reclamar por lo sucedido el pasado sábado; para buscar culpables, para exigir que rueden cabezas y así saciar así sus ansias, sus complejos o bien, proyectar las carencias y limitaciones de su vida cotidiana. Yo no te escribo para eso: yo te escribo para agradecerte. "¿Agradecer qué?" preguntarán algunos; - seguramente los mencionados renglones arriba - la respuesta es fácil: te quiero agradecer por tantas y tantas cosas que me has dado.
Primero que nada, te reafirmo mi agradecimiento por existir, por haber nacido en la Comarca Lagunera - en otra región tu existencia hubiera sido efímera -, y por haber llegado a mi vida. Te conocí desde el día de tu nacimiento y ese día mostraste que estabas hecho para grandes cosas.
Te agradezco todas las vivencias que juntos hemos tenido. No sólo las alegrías y los campeonatos, sino también las tristezas, la angustias, los momentos apremiantes, las derrotas y los sinsabores; porque en la adversidad es donde hemos forjado nuestro carácter, nuestra personalidad; es en donde reafirmamos nuestro ADN lagunero, el que nos ha permitido salir adelante, llegar hasta donde hemos llegado y ser reconocidos como la Tierra de los Grandes Esfuerzos. Es precisamente el haber superado las pruebas de supervivencia que hemos afrontado, lo que nos dio la fortaleza y la garra suficiente para lograr llegar a la gloria.
Te agradezco el haberme permitido ilusionarme durante esta temporada, el haber llegado más lejos de lo que los "expertos" pronosticaron; el que a pesar de todos los señalamientos, críticas, diatribas, medias verdades, rumores, etc., te hayas mantenido firme, escalando, remontando, como tu naturaleza lo indica.
Te agradezco el que en este último partido hayas dejado hasta la última gota de sudor ante las adversidades que se presentaron en el transcurso del mismo, que te hayas sobrepuesto y que hayas quedado a una jugada de completar la hazaña. Nos queda la sensación de haberlo podido lograr. Desatenciones, desconcentraciones, balones que pegaron en los postes y la experiencia del rival fueron circunstancias, en esta ocasión, desafortunadas para nuestra causa. Pero la casta y el espíritu guerrero estuvieron siempre presentes, y eso es de agradecerse. Los resultados en ocasiones son favorables y en otros, adversos; e independientemente de los mismos, el esfuerzo al límite es lo que debe prevalecer; la falta de éste, en tu caso, sería imperdonable.

Estoy triste, pero tranquilo; porque sé que mañana vuelve a salir el sol, y que así tendrás otra oportunidad de demostrarnos tu valía y tu grandeza. Y yo ahí estaré como siempre, junto a ti, siendo testigo de tus triunfos y logros.
Gracias nuevamente por tantas y tantas lecciones de vida que me has dado. Descansa por hoy. Mañana te veré con el mismo gusto y la misma ilusión de siempre.
Atentamente:
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