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lunes, 30 de diciembre de 2019

La Laguna: bendita tierra futbolera

Diálogos con Tadeo – Capítulo V




«EL LAGUNA Y EL TORREÓN ERAN UN PAR DE EQUIPOS MÁS MALOS QUE SARITA SOSA Y EL PAPÁ DE LUIS MIGUEL JUNTOS… SIEMPRE ANDABAN PELEANDO POR NO DESCENDER. ES MÁS: UNA VEZ JUGARON LA LIGUILLA DEL DESCENSO ENTRE ELLOS… YO FUI A VER ESE JUEGO».

De esa manera gritaba hoy a mediodía un señor al que, por sus facciones, considero septuagenario –a menos que tenga menos edad y haya sido corrido sin aceite–. Llegué al bar en el que acostumbro reunirme con mi amigo Tadeo, a quien no sé si considerar el más aficionado de todos los villamelones, o al más villamelón de todos los aficionados. Nos sentamos junto a la barra, ya que las mesas ya se encontraban ocupadas por los parroquianos de siempre. Tras platicar acerca de los temas futboleros de esta época: balance del Apertura 2019 para Santos Laguna, el armado del equipo para el próximo Clausura 2020, el golazo de Funes Mori con el que Monterrey ganó el partido de ida de la final anoche, salió el tema de los jugadores de los extintos equipos de futbol en la Comarca Lagunera que partieron a mejor vida este año ­–José “La Caica” Zamora, “Capi” Lima, Raúl “Güero” Navarro, entre otros–. Al escuchar lo anterior, el sujeto al inicio mencionado, quien se encontraba a cinco bancos de distancia de nosotros, se acercó para meter su cuchara, queriendo arrebatar la razón a punta de gritos.

Si bien Laguna se fue de esta tierra cuando yo contaba con seis años recién cumplidos de edad, he escuchado infinidad de leyendas acerca de ambos equipos y sus reiteradas luchas para eludir la pérdida de la categoría en aquellos años. Por lo anterior, ya había investigado al respecto y, estaba seguro, de que lo que aquel metichón sujeto gritoneaba, era falso. Debido a que el objeto de haber acudido a la botana fue el de darnos el abrazo navideño Tadeo y yo, pude eludir el tema tirándolo a loco. Pero ya que se nos había pegado, sentándose en el banco contiguo de la barra, lo confronté.

—Con todo respeto, maistro –le respondí–; lo que usted dice no es cierto.

—¿Usté que va a saber de eso, cabrón, si yo creo ni había nacido cuando esos equipos existían? – Fue su energúmena y despectiva respuesta.

—Pues tampoco había nacido cuando ocurrió la revolución, y sé que muchas lecciones de la historia oficial son totalmente falsas, porque he leído –respondí, tratando de no ser agresivo con él, para no hacer olas y que aquello terminara mal–. Versiones sobre aquellos años he escuchado muchas, y todas muy diferentes.

A la par de las recopilaciones estadísticas que me he encargado de formar, me ha gustado recurrir a archivos históricos y hemerotecas para, ya sea confirmar o desechar por falsas algunas historias que he escuchado. La que más me llamó la atención fue una que escuché en las gradas del estadio Corona allá por 1990, de boca de un amigo, quien ahora cuenta con 65 años de edad; me afirmó que, en un torneo de aquellos años, ambos equipos –Laguna y Torreón– jugaron la liguilla el no descenso, que así le llamaban, aunque creo que lo más correcto hubiera sido llamarle liguilla por la permanencia. En esa ocasión, versa la versión que me contó mi amigo, jugaban los cuatro equipos entre sí, y los dos con mayor cantidad de puntos se salvaban… y ambos conjuntos laguneros se salvaron. Esta versión resultó ser si no falsa, cuando menos imprecisa. Volviendo al sujeto que irrumpió en nuestra plática, si bien no acostumbro a mostrar mis códigos fuentes a extraños, y menos en bares; con el fin de callarle el hocico a este sujeto, bajé los archivos correspondientes de uno de los varios sitios remotos en las que respaldo mi acervo y me coloqué entre este incursionador sujeto y Tadeo, mostrádoles la pantalla de mi teléfono:

—A ver, señor. Asómese: aquí están los datos históricos.

Don José, quien funge como barman desde hace años y a quien conocí en otro bar cuando comencé mi vagancia en esos menesteres hace poco más de 30 años, me dijo:

—Restriégueselo en la cara, inge, porque está medio seguetas, y, además, como buen necio, no quiere ver lo que no le conviene…

—Antes que nada –aclaré– le voy a decir algo: en el primer torneo que jugaron ambos equipos, el 1969-70, Torreón fue penúltimo lugar en la tabla y Laguna, el último…

—Ai ta… ¿Ya ve? –Soltó el sujeto en son de triunfo–. Fue en ese torneo.

—Pues fíjese que no –respondí–. En aquel torneo, se estableció que, como era torneo previo al Mundial México 70, se suprimió el descenso…

—¡Ándele, pinche viejo mentiroso! –Gritó don José desde un extremo de la barra mientras despachaba una ronda de bebidas a uno de los meseros.

—Y sí. –continué, mostrándole el archivo de dicho torneo en la pantalla del celular–. Mire: el siguiente torneo, el México 70, fue disputado por ambos equipos; y después, el 1970-71, fue jugado por los mismos dieciséis equipos, con el detalle de que Oro cambió su nombre a Jalisco, y que, además, se incrementó la competencia a dieciocho clubes, añadiendo al campeón de la Segunda División: Zacatepec, y al triunfador del promocional: Puebla. Al final de ese torneo, la serie por la permanencia fue jugada por Atlas: último del Grupo Corsarios, y Pachuca: último lugar del Grupo Piratas. Si recuerda: después del Mundial, cambió el sistema de competencia a dividir a los dieciocho equipos en dos grupos, y los últimos de cada grupo jugaban por eludir el descenso.

—A ver, sígale con el siguiente torneo –dijo molesto el señor.

—Va –respondí mientras cambiaba la proyección de documento en la pantalla–. Torneo 1971-72. Para ese torneo, cambió lo relativo al descenso, condenando a jugar dicha instancia a los dos equipos ubicados en la parte baja de cada grupo. Laguna fue sexto del Grupo “A”, mientras que Torreón fue octavo del Grupo “B”, siendo condenado a jugarse su puesto en la máxima categoría en esta serie por la permanencia. Si recuerda, en la primera serie, perdió ante Atlético Español para disputarse la permanencia a un solo partido frente a Irapuato; partido que Torreón ganó por la mínima con gol de Aníbal Tarabini, y en el que René Vizcaíno le paró un penal a Mariano Ubiracy, que hubiera significado el empate.

—Ah, sí…. Ví el partido en la tele –dijo en voz baja el importunador.

—Pues bien –respondí–: pues en ese torneo TAMPOCO jugaron hubo partido entre Laguna y Torreón por evitar el descenso.

—Debe ser otro torneo…. ¡DELE! –dijo, un poco más molesto, el señor que nos irrumpió con su necedad.

—OK –respondí pasando nuevamente la página–, vamos al 1972-73. Mire: en éste, sí tuvieron que jugar tanto Laguna como Torreón la serie por no descender…

—¿YA VÉ? ¿YA VÉ? –gritó el sujeto–. Yo les decía que sí me acordaba…. Y ustedes diciéndome mentiroso…

—¡Pérese, güey! –paré en seco al sujeto que, mientras gritaba, me aventaba la hediondez de su boca en la nariz, mientras que llenaba de saliva la pantalla de mi teléfono–. Mire: Torreón y Laguna fueron los dos últimos lugares del Grupo “Juan Carreño”, y tuvieron que enfrentar a los últimos del Grupo “Pirata Fuente”. Laguna enfrentó a Zacatepec, ganando por la mínima en la ida en San Isidro, y perdiendo también por un gol a cero en la vuelta, en el Coruco Díaz; y en el partido de desempate, en el estadio Jalisco, Laguna ganó por goleada de tres a cero para conseguir su salvación; por otro lado, Torreón enfrentó a Pachuca, empatando a cero en la ida en el Moctezuma, y ganando tres goles a uno en la vuelta, en el estadio Revolución de la capital hidalguense. La serie que dirimió el descenso fue jugada entre Zacatepec y Pachuca, por lo que, si bien ambos equipos laguneros disputaron la permanencia, NO SE ENFRENTARON ENTRE ELLOS –le espeté mientras tomaba una servilleta para limpiar la pantalla del teléfono de las babas del sujeto que mostraba signos cada vez más avanzados de encabronamiento.

—¿Quiere más, viejo aferrao… o le guiso un güevo? –increpó don José, con una sonrisa socarrona, a nuestro necio amigo, mientras rellenaba de tequila nuestros caballitos, tal como le había solicitado Tadeo.

—A ver, sígale pasando a su librito –insistió el cada vez más molesto sujeto–. ¡YO FUI A ESE PINCHE PARTIDO!

Mientras intercambiaba miradas preventivas con Tadeo, don José y el Cus-Cús, uno de los meseros del bar, por si el viejillo jodón se llegase a violentar, pasé la página y le mostré nuevamente.

—Va el último torneo en el que participaron ambos equipos.

—¡POS FUE EN ESE! –gritó nuevamente el necio individuo.

—¡Pos fíjese que tampoco! –respondí mientras me disponía a mostrarle los datos del torneo 1973-74.

—¡CHINGAOS QUE NO! Si fue el último torneo del Torreón, ahí descendió –insistió el tipo.

—No descendió, güey… le vendieron el equipo a la U de G –interrumpió don José–. Ya no le haga caso, Inge: así se pone de pinche necio.

—Se pone así de jodón y después nos anda acusando quesque le andamos sirviendo los bacachos adulterados –remató el Cus-Cús.

Aguantando la risa, esperando no provocar al ya molesto sujeto, le mostré nuevamente el teléfono.

—Mire: en aquel torneo, volvió a jugarse el descenso entre dos equipos: los últimos lugares de cada grupo. Laguna fue el equipo trece de los dieciocho participantes, pero fue último de su grupo. Torreón ocupó la posición catorce, pero fue quinto del otro grupo. Con todo y lo anterior, Laguna tuvo que disputar la permanencia ante San Luis; empataron en la ida a cero goles en el estadio Plan de San Luis, y Laguna ganó dos a cero la vuelta, en San Isidro. Entonces, el partido por el descenso que usted dice, nunca se jugó.

Fuente: Hemeroteca Digital de El Siglo de Torreón. 6 de mayo de 1974

—¡Ándele, cabrón! Siga inventando chingaderas –le espetó don José, mientras regresé a la banca que ocupaba junto a la barra antes de mostrarle los datos a don jodón–. Como siempre: usté puras feiniús.

—¿Y eso qué es? –preguntó el sujeto con los ojos ya desorbitados, mientras don José, el Cus-Cús, el resto de los meseros y parte de la concurrencia reía a carcajadas.

—Pos noticias falsas, como dice el Donal Tromp –respondió el Cus-Cús, ante las cada vez más sonoras carcajadas del resto de los parroquianos.

—No lo va a convencer… ese güey tiene otros datos –complementó Chelelo, otro mesero, antes de ordenarle a don José dos Victorias y un Don Julio derecho.

Las carcajadas continuaban y el sujeto que aseguraba haber asistido a un partido que nunca se jugó, miraba a meseros y parroquianos con ojos de pistola. Principalmente a mí, puesto que fui quien lo puso en evidencia. A fin de evitar roces, me levanté y fui al sanitario. Había aguantado las ganas de destensar la vejiga en lo que mostraba los datos al metiche sujeto, así que, por necesidad y prudencia, me retiré un momento de donde se regodeaban de lo lindo de este individuo quien, por lo visto, suele necear en cada ocasión en la que acude a libar al bar atendido por don José. “Ya píntale a la chingada, feiniús”; escuché a lo lejos mientras me encontraba en el WC. “Ya se le quedó el apodo”, pensé. “A joder a tu casa, pinche viejo latoso”, se escuchó otro grito.

Al regresar a mi lugar en la barra, noté que ya no se encontraba ahí nuestro interlocutor. Tadeo me informó que, mientras yo procedía a cambiarle el agua a las aceitunas, el sujeto pidió la cuenta, pagó y se retiró mentando madres.

—Ese pinche viejo es latoso y voluble –comenzó a relatarnos don José, mientras pasaba el trapo limpiando la barra–: lo conozco desde hace muchos años. Le servía en el Colonial y lo veía en el Estadio, los dos le íbamos al Torreón, porque somos de los barrios cercanos al bosque. Ya en el Moctezuma no recuerdo haberlo visto: yo iba a sol, y él dice que iba a los numerados. Cremoso, él. Además, es contreras. Fíjese –continuó, dirigiéndose a mí–: ¿recuerda cuando le servía en el bar aquel cerca de la Alameda, cuando estaba la santosmanía y que todo Torreón salía a las calles cuando el Santos ganaba los partidos en liguilla, de un pelao barbón, con look así como el Buki,  que comenzó a chingar con que lo del Santos no era nada comparado con la pasión que despertaban Torreón y Laguna, y que Adomaitis y Apud no le llegaban ni a los talones a los peruanos del Torreón, y mucho menos a Genoni y Tarabini?

—Ahora recuerdo –respondí–, ¿a poco era ese cabrón?

—¡A huevo! En estos últimos diez años se ha avejentado mucho porque no le para a la pisteadera, y se tumbó la barba para no aparentar tanta edad. Quizá por eso usted no lo reconoció. Pero por eso le digo que es bien voluble: hoy te habla maravillas de alguien, y en dos meses va a llegar diciendo que esa misma persona no vale madre, y que él siempre lo ha dicho.

—Aunque si se fija, don José –precisé–, no pretendí burlarme de este señor. En primer lugar, porque no lo conozco, y por lo tanto, no me llevo con él; y en segundo lugar, porque después de tantos años, los datos se van mezclando. También me contaron otra versión respecto a lo que él afirmaba, que dice que, en 1974, cuando estaba por jugarse la serie por la permanencia entre Laguna y San Luis, don Juan Abusaíd, dueño del Torreón, recibió la oferta de la Universidad de Guadalajara, cuyo equipo se quedó a un paso de ascender perdiendo la final de la Segunda División ante el Universitario de Nuevo León, para comprarle la franquicia. Al enterarse de dicha intención, según la versión que escuché, un grupo de aficionados se apersonó ante el Sr. Abusaíd para pedirle que reconsiderara, con el argumento de que, si el Torreón era vendido y Laguna descendía, la Comarca pasaría de tener dos equipos en Primera División a no tener ninguno. Según esta versión, la respuesta de don Juan fue la siguiente: “si Laguna desciende, no vendo; si Laguna permanece, vendo”. Por lo que, de esta manera, uno de los dos equipos quedaría fuera del máximo circuito del futbol mexicano. De ser cierta dicha versión, me imagino el ambiente que se vivió en La Laguna previo a dichos partidos, porque los seguidores del Torreón seguramente querían que Laguna descendiera para que su equipo permaneciera; mientras que los seguidores del Laguna querían que su equipo se salvara del descenso, y si eso implicaba la desaparición del Torreón, no era su problema.

—Pues yo no recuerdo eso –respondió don José mientras miraba hacia el techo, como haciendo memoria–. Pero, finalmente, siendo cierto o no lo que dice que le contaron, en la cancha el rival del Laguna fue San Luis, no Torreón. Igual y ese fue el juego al que fue fue el feiniús, y seguramente andaba pedo y por eso no recuerda bien.

—O lo soñó –opinó Tadeo.

Pagamos la cuenta, nos despedimos y partimos a nuestros hogares. Llegué a casa con la curiosidad acerca de la versión de la versión sobre lo sucedido en 1974 que le había contado a don José hoy en la botana. Ingresé a la hemeroteca digital encontrando información en la edición del lunes 29 de abril de 1974, en la que aparece la nota acerca del empate obtenido por Laguna en San Luis, en el partido de ida de la serie por evitar el descenso. Asimismo, se informó que en esa misma fecha se jugaron los partidos de ida de las semifinales de la Segunda División, en el que la U. de G. venció a domicilio dos goles por cero a Salamanca, mientras que en León, Universitario de Nuevo León sacaba el empate a cero goles de la cancha de Unión de Curtidores. En la edición del lunes 6 de mayo aparece la reseña del partido en el que Laguna venció el día anterior a San Luis en el Parque San Isidro para salvarse. Ese mismo día se jugaron los partidos de vuelta de las semifinales de la Segunda División. Los siguientes dos domingos se jugó la final por el ascenso, en el que U. de Nuevo León venció en la final a la U. de G. Es decir: la venta del Torreón jamás dependió del resultado del Laguna en la serie por la permanencia, ya que cuando la Universidad de Guadalajara realizó la oferta de compra por la franquicia del Torreón, tras fracasar en su intento de ascender por la vía deportiva a la Primera División, Laguna ya se encontraba salvado y sus jugadores, seguramente, de vacaciones.

Cuento lo anterior porque, desgraciadamente, la afirmación de que Laguna y Torreón jugaron entre sí en una liguilla por la permanencia, ha sido escuchada por mí en varias ocasiones. Aunque ésta es la primera en que alguien aseguró haber asistido a ese partido que, como relaté anteriormente, jamás se jugó.

Esperando no les haya aburrido este largo relato futbolero-botanero y que hayan pasado una muy feliz navidad, les envío mis mejores deseos para el 2020, desde la región en la que ninguno de los tres equipos que ha tenido en Primera División, ha sufrido un descenso.

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